Los 7 mejores cómics autobiográficos
Por Jorge Casas
El cómic es un medio de comunicación que, mediante una sucesión de dibujos, narra una historia. Su carácter visual e icónico le ha otorgado una inmensa popularidad, pero también el desprecio por parte de las élites artísticas y culturales. Esto ha ocasionado que sea considerado un subproducto cultural destinado a niños y adolescentes. Sin embargo, el cómic es un medio lleno de posibilidades del cual una ingente cantidad de autores se ha valido como vía de expresión introspectiva. Para corroborarlo, os presentamos a continuación una selección de obras notables que comparten la característica de ser autobiográficas.
1. Blankets – Craig Thompson
Craig Thompson se crió en una familia fundamentalista cristiana de un pequeño pueblo de Wisconsin. Se interesó en el arte desde pequeño y decidió convertirse en dibujante de cómics en la universidad. Trabajó durante años para la editorial Dark Horse hasta que sufrió una tendinitis que le motivó a dedicarse a sus proyectos personales.
Su primera novela gráfica sería Good-bye, Chunky Rice. Libremente inspirada en su marcha del hogar familiar, su éxito le daría la confianza necesaria para comenzar su obra magna: Blankets. Publicada tras tres años de arduo trabajo, a Thompson le serviría para expresar a sus padres la decisión de no seguir siendo cristiano.
Blankets nos narra la infancia y la juventud de Thompson en la que no duda en desnudar sus intimidades para mostrarnos su descubrimiento de la espiritualidad y el amor. Escrita en forma de relato iniciático al estilo de Los 400 golpes o El guardián entre el centeno, es una novela tremendamente humana y conmovedora.
2. Epiléptico, la ascensión del gran mal – David B.
La vida del dibujante francés David B. estuvo marcada irremediablamente por la epilepsia de su hermano mayor. Durante años, su familia se vio inmersa en una espiral de médicos. gurús y curanderos que les fue hundiendo psicológicamente sin hallar soluciones para la enfermedad.
Entre 1996 y 2003, siendo ya un autor reconocido, publicaría los seis tomos que conforman Epiléptico. La obra le serviría de catarsis en la que plasmaría la progresiva degeneración de la enfermedad de su hermano y sus consecuencias en el seno familiar. El propio autor quedaría perplejo al descubrir que una de ellas sería su vocación creativa.
David B. nos ofrece una obra maestra con un estilo de dibujo feísta en el que el simbolismo se impone al realismo. A medida que avanzan los ataques epilépticos de su hermano, también lo hace la inspiración del autor para acabar sentando cátedra en una obra que popularizaría el género en la novela gráfica e influenciaría notablemente en otros autores.
3. Píldoras azules – Frederik Peeters
Igual que David B., Freederik Peeters vería su vida enmarcada por las circunstancias de otra persona. En su caso las de su pareja, VIH-positiva y madre de un hijo, también VIH-positivo.
Peeters estudió comunicación visual en Ginebra y después comenzaría a trabajar como ilustrador y dibujante. Tras varios fracasos en el mundo del cómic y verse abocado a trabajos precarios para subsistir, un amigo lo animaría a escribir su propia historia. Peeters decidió plantearlo como un ejercicio espontáneo sin pretensiones. Irónicamente, el resultado sería su obra más exitosa.
En Píldoras azules, Peeters nos cuenta el impacto del VIH en la vida cotidiana con honestidad brutal y exhaustiva informacion. La obra ha sido aclamada por ofrecer un retrato fresco y libre de sensacionalismos y victimismos en el que se desmienten muchos de los prejuicios asociados al VIH.
4. Fun home. Una familia tragicómica – Alison Bechdel
Alison Bechdel es mundialmente conocida por el test que lleva su nombre, aunque ella misma asegura que fue invención de su amiga Liz Wallace. Dicho test, que sirve como método para evaluar la brecha de género en productos artísticos y culturales, fue publicado por primera vez en la tira cómica Unas lesbianas de cuidado, cuyo éxito le permitió a Bechdel dedicarse por completo al mundo del cómic.
En 2006 y tras siete años de arduo trabajo, Bechdel publicó Fun Home, en la que narra la historia de la relación con su padre, un director de funeraria y homosexual que pasó toda su vida en el armario quien falleció cuatro meses después de que su hija le revelara su homosexualidad.
Escrita a modo de reflexión sobre su relación paternofilial, la autora nos sumerge de lleno en sus pensamientos mediante una narración no lineal en la que los eventos se van intercalando sin ningún orden, pero que nunca resulta confusa. Repleta de recursos estilísticos y referencias literarias es una obra conmovedora sobre la muerte, las dificultades de salir del armario y las relaciones paternofililiales.
5. Pérsepolis – Marjane Satrapi
Nacida en Irán, Marjane Satrapi vivió de niña la revolución de 1979 que supuso la instauración de la república islámica en el país. Perteneciente a una familia de ideas progresistas, le fue difícil adaptarse a las nuevas circunstancias y decidió emigrar a Francia para estudiar arte en Estrasburgo. Posteriormente, se instalaría en París, donde se interesaría por el cómic.
Tras leer Maus de Art Spiegelman y animada por David B., comenzaría a trabajar en Persépolis, su obra más representativa. Publicada en cuatro tomos entre 2000 y 2003, es un documento de incalculable valor histórico y divulgativo en el que Satrapi nos cuenta en primera persona como es crecer en una dictadura y vivir en el exilio.
Dibujada en blanco y negro con un trazo simple que roza lo naif, Pérsepolis es un cómic de lectura imprescidinble.
6. Piruetas – Tillie Walden
Piruetas es una novela gráfica que cuenta la relación de Tillie Walden con el patinaje artístico, deporte al que dedicó doce años de forma profesional. Es la obra más reciente de la lista, pero no la menos importante y su autora ya se ha convertido en toda una referencia en el mundo del noveno arte.
Walden nos va desgranando poco a poco sus memorias de infancia y adolescencia. En esos años el patinaje fue un refugio del acoso escolar, el abandono familiar y los miedos sobre su orientación sexual, pero al mismo tiempo una cárcel de competividad y otras actitudes tóxicas. Pero al final, el patinaje no es más que un escenario para contar algo más universal: los sentimientos de una niña que setá haciendo mayor y se está descubriendo a sí misma
Con un estilo que remite al manga por centrarse más en la línea que en el color, Walden nos ofrece una novela gráfica sobre hacerse adulta llena de pequeños y sútiles detalles como silencios y miradas.
7. American Splendor – Harvey Pekar
El guionista y pionero del cómic Harvey Pekar vivió toda su vida en la ciudad Cleveland. Intentó entrar en la marina, pero no le quisieron. Tampoco le fue bien en la universidad. Después de encadenar varios trabajos, terminó como archivista en un hospital, actividad que compaginaba con escribir críticas de discos de jazz en prensa especializad. Su vida antojaba tranquila e inmensamente aburrida. Pero Robert Crumb, otro pionero del cómic underground, se cruzó en su vida.
Crumb, quien se hizo amigo de Pekar por su afición común al jazz, lo convenció de dibujar una serie de historietas en las que Pekar contase las historias de su vida cotidiana en una época en la que predominaban las historietas fantásticas. Así nació American Splendor, una serie que se publicaría ininterrumpidamente desde 1976 hasta 1991 para luego ser publicada de forma irregular hasta 2008. Pekar contaría en ella los problemas de un trabajador normal y de su entorno.
Todo un hito en la industria del comic-book americano, American Splendor no es la mejor obra ni la más compleja, pero supuso un antes y después que marcaría a futuras generaciones por su arriesgada apuesta. La obra supuso un gran éxito que atrajo el interés de personas poco interesadas en el mundo del cómic y Pekar acabaría teniendo una sección en el late night de Dave Letterman. Pese a ello, solo abandonó su puesto de archivista en el hospital tras su jubilación.